martes, 26 noviembre de 2024

El Tercer Ojo

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La vida de fray Wilberth, el futbolero bueno para las cuentas que no olvidó a los indígenas

Es recordado como un hombre cálido y humilde que prefirió quedarse como religioso, igual que San Francisco. Su presunto asesino se quitó la vida y su familia exige ser informada.

Fray Wilberth Daza Rodas, de 42 años, asesinado el Sábado Santo en el convento de San Francisco en Santa Cruz, supuestamente por el exnovicio Marco Flores que se quitó la vida ayer, tenía planificado estar este martes 26 de abril en Macharetí, Chuquisaca. Visitaría a su familia para felicitar a su hermano Edil que cumple años ese día y,  junto al grupo de voluntarios que organizó, llegaría hasta los indígenas que habitan en lo más profundo de ese municipio llevando ayuda, como acostumbraba.

Sus familiares esperaban el día para disfrutar de su compañía y seguramente tener nuevamente en casa esos partidos de vóley a los que el franciscano los convocaba cada tarde, cuando pasaba vacaciones con ellos. Por eso no quitaron la red que en enero de este 2022 tendieron en el patio para marcar la cancha de los intensos encuentros deportivos.

Es que fray Wilberth (1979-2022)  era un amante del deporte, pero sobre todo del fútbol. Un bolivarista apasionado que siempre que podía llevaba la camiseta de ese equipo bajo el hábito, como el día en que le quitaron la vida. Y siempre volvía a Macharetí llevando a los indígenas la ayuda que lograba recaudando donaciones y haciendo lo que mejor sabía hacer: administrar con transparencia y eficiencia las limosnas y donaciones que llegaban a la orden de San Francisco.

Fray Wilberth era un futbolero bueno para las cuentas, que nunca olvidó a los indígenas.

“A mi hermano le gustaba mucho el fútbol y era del  Bolívar. Tenía una polera de ese equipo que llevaba debajo del hábito cuando lo mataron. Vino para el Día del Padre a Macharetí para ver a nuestro papá. Lo llevé a comer pescado a Villa Montes y ahí lo invité para mi cumpleaños. Él estaba planificando venir con un grupo, trayendo colaboración para los indígenas de acá, no se olvidaba de ellos”, dice desde Macharetí a Página Siete Edil Daza, hermano del fray Wilberth.

Monseñor Jesús Galeote, obispo del Vicariato Apostólico de Camiri, del que depende la parroquia de Macaharetí, conoció al hermano Wilberth en 2015, cuando trabajaba con las comunidades del lugar.

“Estuvo dos años en el Vicariato de Camiri, entre 2015 y 2017,  y  trabajaba con las comunidades más alejadas, como los guaraníes. Era muy cercano a la gente más necesitada”, indica.

El sacerdote añade que fray  Wilberth, que estudió Ciencias Religiosas en la Universidad Católica Boliviana de Santa Cruz, además de procurar ayuda para las comunidades indígenas y los necesitados,  también estaba dedicado a evangelizar y preparar a la gente para que recibiera los sacramentos de la Primera Comunión y Confirmación.

Edil, hermano de Wilberth, recuerda que fue así como comenzó su camino en la religión católica, desde los 18 años, después de salir bachiller del colegio Víctor Zeballos de Tarairi, Tarija.

Wilberth y sus hermanos nacieron en Muyupampa, pero muy niños fueron llevados por sus padres, Hipólito Daza y Engracia Rodas, a Camatindi, donde estudiaron la primaria. Terminaron sus estudios en Tarairi y Wilberth decidió ir con su padre a Macharetí, donde una religiosa lo invitó a hacerse cargo de los cursos de catecismo de la iglesia franciscana del lugar.

“Salió bachiller en Tarija y en vez de estudiar se fue un año con mi padre a Macharetí en Chuquisaca y ahí  comenzó a participar con el canto en un grupo de la iglesia, allí la hermana Irene lo puso a cargo del grupo de catecismo y le regaló una Biblia. Desde entonces se hizo responsable del grupo”, cuenta  Edil Daza.

“Al año siguiente, el padre Francisco lo impulsó más y desde entonces no paró en su compromiso con la vida de los franciscanos”, añade. Entonces Wilberth tenía 22 años.

“Iba a las comunidades a preparar a las personas para recibir la Primera Comunión y la Confirmación”, sostiene monseñor Jesús Galeote.

Un gran ecónomo

Fray Wilberth Daza ocupaba un cargo muy importante dentro de la orden de los franciscanos, era el ecónomo, encargado de administrar las limosnas y donaciones. En estos últimos años cumplía esa tarea en el convento y el templo de San Francisco de la ciudad de Santa Cruz, donde fue asesinado supuestamente por el exnovicio Marco Flores, quien, de acuerdo con las investigaciones policiales realizadas hasta el momento, lo atacó para robarle el dinero que administraba.

El rector de la Basílica Menor de San Francisco de la ciudad de La Paz, fray Samuel Abiyu OFM (Orden de Frailes Menores), que conoció a Daza en 2009 en Cochabamba, cuenta que desde entonces ocupaba el cargo de ecónomo, una tarea encargada a “aquellos más justos e idóneos, que demuestran que jamás tomarán el dinero que se les encarga”.

“Entre nosotros cualquiera no es el ecónomo. Daza tenía esas cualidades, por eso fue tanto tiempo ecónomo, desde que hizo su voto perpetuo en 2009, en el convento de los Franciscanos de Cochabamba”, comenta.

“Nosotros no tenemos un sueldo y el ecónomo se encarga de administrar las limosnas o donaciones y  de distribuirlas. Paga los servicios, a los trabajadores, la comida e incluso compra ropa, cuando la necesitamos. Nunca nos hizo  faltar nada”, añade.

Abiyu señala que fray Daza administraba de tal manera las limosnas y donaciones que hasta lograba ayudar a gente que acudía al convento de Santa Cruz en busca de asistencia. Precisa que compraba alimentos y que incluso, en ciertas oportunidades, pagó los alquileres de vivienda de algún necesitado.

Destaca que Daza fue el ecónomo de altas autoridades  de la Iglesia Católica.

“Inspiraba confianza, por eso trabajó con personalidades de nuestra orden. En Cochabamba con nuestro padre guardián, un exministro provincial, ex superior de toda Bolivia. Ni bien terminó sus estudios fue su ecónomo. Tuvo que ser muy bueno para ir trabajar con una  eminencia así. También fue ecónomo del padre Tomás Cornaqui, un doctor honoris causa de la Universidad Católica Boliviana”, sostiene.

Pero fray Abiyu no sólo recuerda al hermano Daza por esa cualidad, sino por su “calidez humana, sencillez y humildad”. Así lo trajeron los recuerdos a su mente el Domingo de Resurrección, cuando era velado. “El domingo no pude contenerme, me quebré durante la misa  cuando lo recordé. No hacía daño a nadie. ¡Cómo, Daza!”, expresa.

Recuerda el día en que conoció  a Daza, cuando llegó de novicio al convento de Cochabamba en 2009 y cómo el fray le llevó su maleta hasta donde debía alojarse. Cómo se percató de que sólo tenía un par de mudas de ropa y le compró dos poleras  que estaban de oferta en el mercado.

“Le gustaba mucho la música, sobre todo la chaqueña y yo toco el violín. Le gustaba escucharme, tomando un mate, era muy sociable, cercano y humilde”, añade.

Fray Wilbert Daza estudió para ser religioso, no sacerdote. Abiyu considera que eso se debe a la humildad que demostraba. “Quería quedarse como religioso franciscano, no como sacerdote; debe ser por su humildad y sencillez. San Francisco, nuestro fundador, era religioso, no quiso ser sacerdote,  porque, quiérase o no, a los sacerdotes nos tienen sobre un pedestal más elevado”,  explica.

Edil Daza también recuerda la humildad de su hermano, negándose siempre a quitarse las sandalias y a que le regalaran cualquier prenda de vestir. “Él era inmensamente feliz sólo con su polera del Bolívar”, afirma.

Pero ese recuerdo se empapa en estos momentos en una gran frustración por no tener ninguna noticia sobre las investigaciones respecto al asesinato de su familiar. “Cuando fuimos a Santa Cruz a reconocer su cuerpo y traerlo a Macharetí para enterrarlo, nos dijeron que nos mantendrían informados, pero hasta ahora nadie nos responde el teléfono. Todo lo que sabemos es por las noticias. Exigimos que nos informen qué pasó con el asesino”, reclama Edil.

Marco Flores, el exnovicio acusado de quitar la vida a Wilberth Daza, fue detenido el miércoles 20 en Brasil, donde solicitó asilo después de haber cometido el crimen. En su vivienda de Santa Cruz, la Policía encontró dos colectores de limosnas y más de 5.000 bolivianos en monedas y billetes. Después que las autoridades anunciaran que iniciarían su  extradición, Flores se quitó la vida en la celda de Brasil donde se hallaba detenido, tendiendo así un velo oscuro sobre la muerte del fray futbolero, gran administrador de las limosnas de los franciscanos  que nunca se olvidó de los indígenas.

Fuente/paginasiete.bo

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