En dos meses seis personas fueron asesinadas por sicarios a sangre fría. Estos hechos tienen un antecedente que tiene que ver con una cuestionada decisión de la justicia
A pocos metros de donde en enero habían acribillado a un hombre, la noche del 24 de junio la Policía detuvo a tres brasileños armados, dos días después, la justicia los condenó a dos años de prisión justo antes de concederles el perdón judicial. El hecho sucedió en San Matías, municipio cruceño fronterizo con Brasil.
Todo sucedió en pocas horas, según el acta del juicio, la audiencia de medidas cautelares contra los tres brasileños encontrados con armas se instaló a las 15:00 y pronto se transformó en una audiencia de sentencia: los brasileños admitieron su culpa y recibieron dos años de cárcel.
Luego de que el juez Emilio Guzmán Peralta considerara la sentencia ejecutoriada, el fiscal propuso conceder a los condenados el perdón judicial y, como no tenían residencia legal en San Matías, sean deportados a Brasil.
Para ser perdonados, los sentenciados tenían que demostrar que no habían cometido ningún delito previo en el país. Al no tener sus certificados de registros judiciales de antecedentes penales el juez les dio 30 días para presentarlos y los dejó libres ese mismo día.
Para el expolicía y abogado Christian Sánchez, la investigación fue deficiente.
En la audiencia no se mencionó si alguno tenía antecedentes de delitos en su país, si habían ingresado legalmente a Bolivia, si la camioneta que conducían era suya, ni se aclaró qué hacían circulando de noche en San Matías, con dos armas de fuego cargadas a tope. Al final del día, los tres brasileños eran hombres libres y sus delitos en Bolivia, estaban pagados.
Esto fue el preámbulo de una temporada violenta en San Matías. Menos de dos meses después de la decisión judicial, los asesinatos que involucran a sicarios se volvieron casi cotidiano.
El 11 de agosto, Marcos Vinicius Navarro da Silva fue asesinado en su hacienda con 11 tiros, los últimos tres tiros fueron disparos directamente en la cabeza.
Dos semanas más tarde, el 24 de agosto, Alexandro Mota alcanzó a reconocer a sus asesinos justo antes de que lo acribillaran en su casa. Dicen que fue por la deuda de un terreno.
Pero entre el 9 y el 11 de septiembre, todo se volvió aún más violento. En Ascensión de la Frontera, Waeislin Ferreira Flores, un joven de 19 años, fue descuartizado, quemado, y abandonado al borde del camino hacia San Matías.
El horrendo crimen de Weislin solo fue el primero de un fin de semana brutal. A las 07:15 afuera de una carnicería donde Rosauro Maturana Ramos, conversaba con un amigo, fue acribillado por sicarios que bajaron de una camioneta con placa matieña, dispararon 30 balazos antes de huir. Todo sucedió frente a un cuartel militar que también fue baleado
Con el pueblo aún shock, 12 horas después, a solo tres cuadras de donde había sucedido el asesinato de la carnicería, sicarios irrumpieron en una riña de gallos y mataron al brasileño Fabiano de Souza y al boliviano José David Shriqui, hijo del exalcalde de Trinidad, general Moisés Shriqui.
Pero la noche del 25 de junio, no hubo violencia. Pasadas las 22:00, la Policía interceptó a los brasileños en una camioneta nueva, con vidrios oscuros y le encontró dos pistolas llenas de bala ¿cómo es que recobraron su libertad tan rápido?
En la imputación del caso, figura que no se averiguó los antecedentes de los detenidos en Brasil y pese a que se indica que no registran ingreso legal al país se beneficiaron con un juicio exprés.
Mientras tanto, la Fiscalía mantiene silencio sobre el caso de los brasileños y al igual que la policía, solicitará informes de qué paso en este caso antes de pronunciarse.
Carlos Velarde, alcalde de San Matías, dice que su municipio se ha convertido en una especie de purgatorio para policías que han cometido faltas. Tras seis muertes violentas en menos de un mes, la policía ha decidido hacer un cambio de personal.
Fuente/unitel.bo
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