miércoles, 27 noviembre de 2024

El Tercer Ojo

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El drama de Elvira Parra, entre su salud y 180 procesos sin sentencia

Joaquín Chuquimia, el esposo, afirma que la salud de la exfuncionaria está deteriorada, se salvó de la covid y tiene principios de diabetes. Parra es trasladada a otras ciudades en malas condiciones, dice su familia.

Su esposo y sus tres hijos ya no la visitan como antes, pero no dejan de llamarla para saber cómo está. ¿Y cómo está? “Su salud está muy deteriorada, está enferma y agotada por todos estos años encerrada”, cuenta Joaquín Chuquimia, esposo de Elvira Parra, exdirectora del Fondo Indígena, que está en la cárcel hace siete años con 180 procesos encima, ninguno con sentencia.

Parra fue detenida en 2015, luego del escándalo por el desfalco del Fondo Indígena. Este año cumple siete años encarcelada y su situación sigue siendo la misma, no hay condena por ninguno de los 180 procesos que tiene en su contra.

Su caso ha sido desempolvado en el ámbito público después de la muerte del exdirector del Fondioc Marco Antonio Aramayo, quien estuvo en el penal de San Pedro también siete años sin que la Fiscalía pruebe que era el responsable del desfalco. Pero, por otro lado, Aramayo fue víctima de tortura y estuvo en más de 50 cárceles y carceletas del país, según reveló el Instituto de Terapia e Investigación sobre las Secuelas de la Tortura y la Violencia de Estado (ITEI).

Si bien hasta la fecha no se conoce que Parra sufrió golpizas o maltrato físico dentro de la cárcel, su esposo cuenta que con el tiempo, por la incertidumbre y el estrés, su salud ha decaído. “Ella tiene principios de diabetes, se tiene que cuidar mucho. Lamentablemente le dio covid y se salvó, tiene la presión alta. Se está cuidando, pero con esta pena no puede mejorar. Imagínese estar encerrada siete años, sin sus hijos y sabiendo que ella no se ha embolsillado ni un centavo. Es una injusticia”, dice Chuquimia.

Parra fue la primera directora del Fondo Indígena y sobre ella pesan delitos de corrupción, el Ministerio Público la acusa de haberse apropiado de recursos económicos que iban a comunidades indígenas mediante proyectos.

Su esposo lo niega rotundamente. “Si ella se hubiera quedado con la plata de estos proyectos, ahorita estaría fuera de la cárcel y no tendríamos deudas”.

La única propiedad que tiene ella y su familia es una casa en El Alto, la cual está con anotación preventiva, por lo que no puede poner el inmueble como garantía para adquirir un préstamo. “No tenemos acceso a préstamos y tengo que pagar varias cosas”, dice Chuquimia, quien el año pasado fue retirado de su trabajo en una institución pública acusado de ser “pitita”. “Ya no he podido conseguir trabajo y a veces voy a trabajar a mi pueblo, de ahí traigo algo de dinero”.

Desde que Parra ingresó a la cárcel, su familia se tuvo que levantar porque no le quedaba otra. Chuquimia cuenta que tuvieron que asumir la realidad y seguir adelante por ella. Sus tres hijos ahora son universitarios y estudian para que su madre se sienta orgullosa y se pueda apoyar en ellos.

“No tengo por qué culparme, lo único que me queda es pedir a Dios que me designe un abogado de la defensa pública para demostrar mi inocencia. Tengo fe, confianza en Dios, sé que tarde o temprano esto se va a solucionar”, dijo Parra en una entrevista en 2019.

Su esposo ratifica lo que dijo Parra aquella vez. “No le han podido probar nada, el dinero salía a nombre de los proyectos de las comunidades, mi esposa no ha firmado nada. Por eso hasta ahora no hay ni una condena”, dice Chuquimia.

De los 180 procesos abiertos contra Parra, ninguno llegó a sentencia. El esposo de Parra afirma que en dos o tres se probó su inocencia y fue sobreseída, pero no hay ningún documento oficial. Asimismo, una de las causas llegó a la acusación formal del Ministerio Público pero hasta la fecha no comienza el juicio.

Otros de los procesos están abiertos en Santa Cruz, en Potosí y en otras ciudades del país, donde Parra debe asistir para algunas audiencias. “La llevan en esos autos de Régimen Penitenciario, que no tienen condiciones para viajes largos, no la llevan en flotas. Esos autos saltan en cualquier bache y ella ya siente dolores en su espalda. Y a veces llega en vano porque las audiencias se suspenden y mi esposa debe volver en la misma movilidad”, revela Chuquimia.

El año pasado, Parra contrajo covid, junto con algunas internas del penal de Obrajes. Debido a su presión alta y al principio de diabetes su familia temió lo peor, pero logró salvarse. “Estuvo muy mal, pero se ha curado con hierbas y con el cuidado de sus compañeras”, dijo el esposo de la exfuncionaria.

Debido a la pandemia, su esposo y sus hijos ya no van a la cárcel con tanta regularidad como antes, el contacto diario es por teléfono.

Chuquimia se siente defraudado y traicionado por el Movimiento Al Socialismo (MAS), al igual que su esposa. “Yo por primera vez he militado y ha sido por el MAS, ¿pero cómo nos han pagado? ese no era el proceso de cambio que queríamos. A mi esposa la llevan por el camino de Marco Antonio Aramayo”, dice.

Fuente/paginasiete.bo

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