martes, 26 noviembre de 2024

El Tercer Ojo

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Tarija: San Roque, fiesta popular con base sólida y en permanente evolución

La Fiesta encara su semana final con el Encierro. La celebración está engalanada con la participación de los “chunchos”, promesantes y peregrinos protagonistas de la fiesta que, ataviados con su típica y colorida indumentaria, danzan el ritmo característico. Los jóvenes asumen la tradición

La Fiesta Grande de San Roque se robustece. Pasados los nervios iniciales de la Declaración como Patrimonio Intangible de la Humanidad por parte de la UNESCO y superados también los miedos de la pandemia, las señales empiezan a ser positivas: la gente participa de los actos religiosos más allá del propio folklore, la promesa se ha asentado, los visitantes llegan informados y aunque los chunchos siguen peleando por el lugar en la fila o cualquier otra cosa, y el Instagram juega un rol central en la nueva experiencia, lo cierto es que se va asentando esta nueva etapa en la historia de la fiesta de San Roque, que se remonta a los años de la Colonia, que siempre fue popular y que ha ido evolucionando con los años.

La fiesta empieza oficialmente el 16 de agosto de cada año, cuando los promesantes inician sus oraciones y reflexiones. La Fiesta se populariza a partir del primer domingo del mes de septiembre. Ésta sigue con la octava el segundo domingo de septiembre y termina con una multitudinaria procesión, el día martes de Encierro.

El festejo de San Roque es eminentemente popular, siendo además Patrono del Cabildo. Su mística se extiende además por el área rural y la tradición está fortalecida gracias a la dedicación familiar fundamentalmente. En su historia centenaria, los dos años de suspensión por el Covid serán anécdota, pero además se ha demostrado en las calles que la tradición goza de buna salud.

La celebración está engalanada con la participación de los “chunchos”, promesantes y peregrinos protagonistas de la fiesta que, ataviados con su típica y colorida indumentaria y al son de su rítmica danza, acompañados por músicos populares representados por “cañeros”, “quenilleros”, “tamborilleros” y la guía de “alféreces”, cumplen su promesa a “San Roque” y le acompañan los días programados hasta el “encierro” de la “Fiesta Grande de Tarija”.

El encierro, el colofón

El Encierro de San Roque es el colofón a la Fiesta Grande y pasa por ser el momento más impactante: Los promesantes y peregrinos “chunchos” y miles de devotos a “San Roque” se despiden de su Santo Patrono con la emoción del momento. La procesión del último día recorre la calle Cochabamba, siendo este el paso más emblemático y el que por años fue el epicentro de la fiesta.

Una vez que “San Roque” retorna a la Iglesia del mismo nombre, se procede al “encierro” de la Fiesta. El Santo es ubicado al pie de las escalinatas y mira al pueblo. Los “chunchos” desarrollan, junto a la comunidad religiosa de Tarija, el más emocionante acto de la fiesta: cantan la alabanza a “San Roque” al son del “redoblante” y del “quenillero”.

Por otro lado, miles de personas emocionadas, se ubican frente a la Iglesia y saludan a “San Roque” con pañuelos blancos. El fervor religioso del promesante “chuncho” y la creatividad artística popular han logrado que el 8 de septiembre de 1998 durante la gestión del Gobierno Constitucional de Hugo Bánzer Suárez, la Fiesta de “San Roque” haya sido declarada “Patrimonio Histórico Religioso y Cultural” de la ciudad de Tarija, el primer paso para la Declaratoria de Patrimonio Mundial casi 25 años después.

De San Bernardo a San Roque   

Pero ¿Cuál es el origen de tan fuerte devoción? Gracias a la titánica tarea de investigadores e historiadores se ha logrado recuperar una parte del legado oral y escrito del significado y el simbolismo de la fiesta.

 Según el historiador Edwin Rivera Miranda, don Francisco de Toledo, que ordenó la fundación de Tarija, dispuso que llevaría el nombre de San Bernardo, por ser éste Santo, hidalgo abogado que encarna la pureza de las fantasías religiosas.

Más los pobladores, al decir de los oidores de la Audiencia de Charcas, no podían estar dentro de esas finalidades debiendo tener su “Santo” que los protegiese de los ataques de los salvajes. Así cuentan que designaron a tal finalidad a don Francisco de Chávez la elección del “Patrono” que debía ser el reflejo de sus afectos y alegrías y médico de sus dolencias.

Don Francisco Chávez era el más agudo pensador del Cabildo y el más ingenioso rimador de la frase. De esta manera, vino San Roque a ser el Santo del Cabildo, a cuyo nombre se elevaban al Señor, las preses para que extermine las pestes y los males de los pobladores, en esos tiempos la lepra.

Se dispuso los festejos en la forma más resonante. Los indígenas del partido de Canasmoro trajeron sus “Cañas”, que entonan la música lúgubre del dolor y que toca las fibras del recuerdo. Los de la Vitoria y Erquis, trajeron la “Caja” y el “Erque”, que evocan días de claro vivir, cuando los “Orejones” abatían a los chiriguanos, y los “Chunchos” y los “Diablos” venían a engalanar los festejos.

Año a año la fiesta del Cabildo, crecía en fe, el comercio tomó como filón la “Feria”; y la Iglesia tonificaba su propaganda; incrustando en el “chapaco” la adoración a Dios. Días paganos, semanas de intercambio en la vida rural. Después…el comercio tonificaba sus arcas. La sociedad, se estrechaba, se comunicaba. Había bailes y toros como en la vieja España.

“Transcurrieron los años, y las pretensiones de la civilización trató de borrar los ensueños de nuestros antepasados…Después, esas fiestas paganas, esas ferias de la conquista, esos días de bacanal, de explotación comercial y de profanación religiosas, fueron desapareciendo. El siglo las empujó”, dice Rivera.

Una fiesta popular

Para el investigador y antropólogo Daniel Vacaflores, más concentrado en la figura del chuncho y en los últimos 150 años de la fiesta recuerda que hubo un momento en la historia en el que la fiesta popular estuvo más cerca de desaparecer, fue en la década de 1870 cuando el techo de la Iglesia se había caído y no se podía ni hacer misa, y al mismo tiempo había iniciado un proceso ultraconservador al interior de la Iglesia Católica, que controlaba la sociedad, y que se había propuesta “limpiar” de influencias indígenas y paganas cualquier festividad.

Como fenómeno social, Daniel recalcó que en realidad todos los elementos que ahora son característicos de la fiesta de San Roque provienen en realidad de otras fiestas patronales, pero que en ese “proceso de limpieza” dichos elementos fueron eliminados. “En Tarija los chunchos no han nacido en la fiesta de San Roque, sino en la fiesta de Guadalupe, que se celebraba en la iglesia matriz (Catedral)”, añade a tiempo de indicar que las alféreces originalmente fueron de la Virgen del Rosario que se celebraba en el barrio El Molino.

Así habría varias cosas que San Roque, la fiesta, recolectó de todos los rastros de religiosidad popular que fueron eliminados de otras costumbres.

Al explicar este fenómeno, Vacaflores señala que es precisamente gracias a que San Roque casi desaparece que pudo luego salvarse. “No han tenido que limpiar nada. Se había caído el techo, no se podía celebrar la fiesta y no había señales de que cambie, pero sí ha cambiado”, declara al apuntar que en 1882 llegó un sacerdote argentino y en realidad se trató de una época donde la vida religiosa estaba bastante decaída, con varios templos demacrados, por lo que se propuso refaccionarlos todos, empezando por San Roque, con la intención de celebrar la fiesta ese año, y se logró.

“Como esa fiesta había estado libre de la limpieza civilizatoria, entonces todas las tradiciones que las botaron de todo lado se han ido a San Roque, misma que se ha convertido en el refugio de todas las tradiciones populares. Es lo que podemos observar hasta ahora, con chunchos, alféreces, camacheñeros y cañeros”.

Al ver el crecimiento de la fiesta, el movimiento para “limpiar” Tarija fijó su mirada en San Roque, sin ningún éxito, pues fueron los creyentes y sacerdotes quienes la defendieron.

“En contra de lo que intentaban la fiesta ha ido creciendo. La gente del campo, del barrio se han puesto cada vez más fuertes y eso ha tenido el efecto de expansión, ha dejado de ser una fiesta de barrio”.

Ya en 1890, la fiesta de San Roque tenía el apoyo incluso de los franciscanos, de gente acaudalada que aportaba “por debajo” y la feria que se realizaba durante los festejos movía grandes cantidades de dinero.

Sin embargo, Daniel explica cómo en el intento de eliminar esta celebración, quienes impulsaban el liberalismo ilustrado, optaron incluso por “resucitar” la fiesta de San Bernardo de Abad.

“Había los dos santos: San Roque del pueblo y San Bernardo de la gente de la plaza y la élite”, aunque poco después, con la creación de la parroquia de San Roque se le dio más autonomía y San Bernardo dejó de celebrarse.

“Los siguientes años la fiesta ha empezado a ‘blanquearse’, con la llegada del padre Bartolomé Atardd y la eliminación de las chicherías (…) San Roque vuelve a entrar como una historia bonita, tratando de eliminar cualquier rasgo andino o indígena, intentando darle un origen español”, concluye. Indica que la relevancia de estos datos está en que reflejan un conflicto social que permanece y va a permanecer en cuanto al nivel económico, social e incluso de género.


Alabanza a San Roque

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